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XXVII La Travesía

Escucha la música incidental aquí:

Comenzó su meditación, cerró sus ojos y lentamente reapareció ante sí la isla, pero esta vez en el mundo espiritual.

 

Pero antes vio alrededor suyo como los espíritus de los shamanes que le acompañaban refulgían de una diáfana luz y proyectaban rayos que se sumergían en la tierra, se interconectaban entre ellos y se elevaban a las estrellas impregnando a esta tierra de brujos de un elevadísimo nivel de energía espiritual, naciendo de esta interacción entre hombres y tierra una nueva forma de vida superior.

 

Entonces se reconcentró en su objetivo y se desprendió de su cuerpo físico iniciando un suave vuelo cruzando sin dificultad el mar hirviente hacia la Isla del Oriente.

 

Alcanzó fácilmente la orilla y pensaba que no iba a ser difícil alcanzar la cima más alta donde suponía le esperaba Tenenesk.

 

Pero apenas encumbraba su vuelo para ascender la empinada ladera de la montaña, una indescriptible fuerza de gravedad lo lanzó al suelo.

 

Entonces no tuvo más alternativa que iniciar la ardua tarea de escalar palmo a palmo.

 

Ascendió por varias quebradas hasta que alcanzó un murallón casi vertical.

 

Con pies y manos se aferró a la roca y pensó que era imposible subir.

Pero recordó lo importante de su misión y usando el máximo de concentración logró alcanzar una arista mientras un fuerte viento parecía que en cualquier momento le iba a hacer caer.

 

Siguió ascendiendo siempre a punto de despeñarse.

 

Pero al cabo de horas de lucha alcanzó la cima cayendo rendido de bruces.

 

Era tal su agotamiento que ya daba por perdido cualquier enfrentamiento con el mítico Tenenesk.

 

Pero al elevar la cabeza se dio cuenta que no había nadie allí.

 

Estaba sólo en esa alta meseta azotada por el viento.

 

Pero instintivamente levantó la vista al cielo pues sintió que algo muy grande pendía sobre él y vio algo sorprendente:

 

Era una enorme montaña en forma de cono que yacía suspendida en el aire a una gran altura, pero lo más sorprendente era que estaba volteada al revés, es decir la puntiaguda cima apuntaba hacia abajo y la base miraba al cielo sobre la cual crecía un tupido bosque.

 

¿Acaso allá arriba le esperaba Tenenesk?

Aun si lograra subir hasta la punta de la montaña su ladera invertida la hacia imposible de escalar

Pero si Tenenesk subió debería de haber un camino, pensó.

 

Se puso a correr en círculos brincando lo más alto posible pero apenas se separaba unos centímetros del suelo.

 

Pero en su afán no se percató que su cuerpo espiritual había comenzado a resplandecer hasta que un fuerte rayo salió de sí conectándose con la gran energía que envolvía a ese mágico lugar.

 

Y sintió como su mente se fundía con una conciencia superior y que su espíritu se hacía parte de la isla y la montaña en el aire.

 

Entonces fue envuelto en un manto de rayos flamígeros, separándose del suelo y volando alcanzando en pocos instantes la zona del bosque superior, en cuyo centro, flotando sobre la copa de un árbol, estaba Tenenesk. Entonces se acercó a él esperando iniciar una monumental lucha shamánica. Pero en su lugar Tenenesk le miró y con una suave y profunda voz dijo:

 

 -Soñé con un lugar sin bosques ni animales y todo estaba cubierto de piedras donde deambulaban extrañas bestias.

 

-Y los hombres se afanaban en alimentarlas con un veneno que sacaban de lo profundo de la tierra.

Y guerreaban y se asesinaban entre sí por la posesión de ese veneno, el que una vez en la superficie mataba todo a su paso y cuando se vertía en el mar lo dejaba convertido en un cementerio de cadáveres.

 

-Estas bestias lo quemaban en sus estómagos convirtiendo el aire en una negra nube que enfermaba a los mismos hombres y que lentamente iba tornando a la tierra en un desierto candente.

 

-Creo que este sueño tiene que ver con la gran perturbación que ha tenido el mundo espiritual y lo que está por ocurrir.

 

-También sabía de la llegada de un gran shamán desde los canales del sur. Por eso subí aquí. Sólo alguien con un gran poder espiritual sería capaz de llegar hasta acá.

 

Entonces Celipatencis le contó de su misión y preguntó:

 

- ¿Por qué yo, un pequeño niño Yámana, fui el elegido por la Gran Ballena?

 

Tenenesk respondió:

 

-En el sur está la pureza. Desde antaño los hombres han viajado al sur buscándola.

-Y los Yámanas son los habitantes más australes del mundo por lo que no extraña que hayas sido tú el elegido y simplemente tu misión demanda muchísima urgencia por lo que no se podía esperar a que crecieras y maduraras.

 

Y continuó:

-Creo que la Gran Ballena fue muy sabia al juntarnos, pues buscar y reunir en un concilio en el mundo terreno a los shamanes del sur es una misión extraordinariamente difícil.

 

-Pero en el mundo espiritual ellos emiten una enorme energía por lo que son fácilmente identificables en este plano.

 

-Por eso debemos unir ahora mismo nuestros poderes e iniciemos un viaje para convocar a los shamanes para que acudan al concilio. Juntos lo veo más posible de lograr pues será una travesía llena de peligros por un mundo desconocido donde es probable nos encontremos con oscuros espíritus que pueden matarnos si nos enfrentamos a ellos.

 

Entonces Celipatencis miró hacia el norte y vio como el océano se iluminaba con los espíritus del mar y como ellos entretejían una brillante red que envolvía totalmente el  fondo marino.

 

Luego volvió la vista a la gran isla y todo estaba cubierto de luz espiritual. Pero donde estaban los shamanes Haush se proyectaban fuertes haces que brindaban un notorio vigor a esa red.

 

Y nuevamente se vio a sí mismo y a Tenenesk cómo ambos producían una emisión de destellos y rayos que bañaban de una gran energía espiritual un área de kilómetros a la redonda.

 

Entonces Tenenesk se elevó por el aire y Celipatencis lo siguió.

 

A gran velocidad su viaje alcanzó primero la costa norte de la gran isla.

 

 Adivinaban la presencia de seres vivos por la irradiación de energía de sus espíritus. Bandadas de aves de luz se cruzaban en su camino.

 

Sobrevolaron un campamento Selk’nam y se veía claramente como se entretejía entre sus integrantes una red energética que alimentaba y se unía a los otros seres vivos de plantas o animales que les rodeaban.

 

Tenenesk dijo:

 

-Debemos cruzar el gran estrecho y debemos procurar recordar el camino que hemos tomado, pues de regreso a nuestros cuerpos físicos debemos hacer el recorrido inverso.

 

Volaron sobre el gran estrecho.

 

Tenenesk mencionó que no sabía nada de lo que había del otro lado. Sólo conocía lo que se contaba en viejos cuentos mitológicos y que debían estar alertas.

 

Alcanzaron la ribera norte y Celipatencis sintió una fuerte presencia hacia el oeste.

 

Fueron hacia allá volando sobre una cadena montañosa hasta que llegaron a un gran archipiélago.

 

En una de las islas más al norte había una potente luz espiritual

Se acercaron y Celipatencis dijo:

 

- ¡Son los caníbales del norte!

El resplandor provenía de una tienda donde se adivinaban dos figuras:

Una yacía en el suelo y la otra arrodillada a su costado era la fuente de la luz.

 

Tenenesk dijo:

-La luz proviene de una shamán que asiste la muerte de un anciano.

 

Ambos se quedaron absortos viendo el espectáculo.

 

De pronto presenciaron en el momento exacto de la muerte, cómo el cuerpo espiritual se separaba del cuerpo físico y abría los ojos al mundo espiritual por unos instantes y luego con la ayuda de la energía de la shamán su aura se incorporaba a la red energética que rodea a todo lo viviente y que se interconecta con las estrellas y todo el universo.

 

Desaparecía así como la individualidad energética que había sido contenida por ese cuerpo y esa mente, y ahora se hacía parte del Todo, que ahora se enriquecía con el poder energético que había cultivado el anciano durante su vida terrena.

 

Entonces la Shamán captó la presencia de los espíritus del Haush y el Yámana. Volteó la cabeza y les miró.

 

Celipatencis nunca había visto algo   tan hermoso como esos profundos y bondadosos ojos.

 

Entonces ella les preguntó quienes eran.

 

Tenenesk le dijo que un Shamán Haush y un Yámana.

 

- ¡Un caníbal del sur! - respondió ella.

- ¡No somos caníbales como ustedes! - espetó Celipatencis.

- ¡Nosotros tampoco! - contestó enojada la shamán Kaweshkar.

 

Tenenesk le contó acerca de la importante misión y ella lo comprendió de inmediato pues también había percibido la perturbación.

Entonces Tenenesk le pidió que les ayudara a elevarse lo mas alto posible y así de una mirada encontrar al resto de los shamanes.

 

Entonces ambos alcanzaron una gran altura hasta salir de la atmósfera y al mirar a la tierra descubrieron miles de puntos centelleantes, tanto en el mar como en la tierra, los cuales parecían estar más concentrados hacia el sur.

 

Tenenesk dijo que cada uno de ellos era un shamán.

 

Decidieron ir a convocar sólo a los más fulgurantes.

 

Descubrieron que el territorio al sur de la gran isla era muy vasto y que se ensanchaba a medida que avanzaban al norte.

 

Durante un largo periodo fueron contactando a los shamanes, algunos que habitaban los enmarañados archipiélagos y canales, y otros los bosques o planicies del oriente.

 

Llegaron a un lugar donde ya no habían archipiélagos y contactaron a un shamán Reche, el que les advirtió tener precaución al ir demasiado al norte pues allí existía un pueblo que practicaba sacrificios humanos, adoraban al sol y sometían a la fuerza a las tribus que invadían, y que todo ese sufrimiento generaba oscuros espíritus que dañaban la frágil matriz del mundo espiritual.

 

Tenenesk comprendió el riesgo, pues si un espíritu maligno interfiriera con la red de luz, podían sufrir la desconexión de ambos desapareciendo sus espíritus lo que sería peor que la muerte.

 

Pero debían avanzar lo más al norte posible para que fueran representados en el concilio la mayor cantidad de pueblos.

 

Iban notando como el paisaje se hacia cada vez más árido y como muy al norte se veían torbellinos de oscuridad que parecían tragarse la matriz de luz.

 

Como se hacia cada vez más riesgoso avanzar decidieron regresar, pero antes debían encontrar un lugar donde realizar el concilio.

 

Tendría que ser un lugar prístino, alto y energético.

 

El Shamán Reche les había hablado del valle de Ayün.

 

Quedaba enclavado al centro de un anillo de volcanes, sobre una empinada meseta en la cual había varias lagunas rodeadas por añosos árboles llamados pewen.

 

Una vez hecho esto regresaron a sus cuerpos que les aguardaban en el mundo terreno.

INTERLUDIO:

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